Extranjera




Cada vez que una ciudad celebra su aniversario de fundación, me recuerda que vaya donde vaya, me siento extranjera. He vivido al menos en una docena de ciudades diferentes.

La mayoría de las personas recuerdan los nombres de sus compañeros de primaria, yo transité por 5 escuelas primarias y 3 secundarias.

Las personas adultas añoran su casa de la infancia, el número de casas donde he vivido, supera el número de escuelas y el de ciudades.

E.T. phone home! Fue mi añoranza durante mucho tiempo, de un planeta que no recuerdo.

Haber recorrido tantas rutas, ciudades y pueblos dentro de un mismo país te permite descubrir que hay muchas culturas, grupos étnicos y formas de vivir la vida en nuestra gran Argentina.

Uno aprende a empacar y desempacar en un sólo día, a mudarse con la misma facilidad que uno adopta  nuevo vestuario.

Uno sabe que nada es permanente, que las amistades florecen donde uno menos se lo espera, y que la distancia entre los afectos no se mide en kilómetros.

Será por eso que cada tanto, una estación de servicio, una terminal de ómnibus, una maleta o un mapa nos despierta las ganas de viajar.

Siempre tenemos necesidad de descubrir algo nuevo, vivir nuevas experiencias; porque sabemos más de viajar que de quedarnos en un sitio.

Quizá, en el fondo, siempre anhelamos encontrar un lugar que nos espere, nos célebre y nos reciba como ciudadanos cósmicos.

Susannah Lorenzo
Tejedora de Puentes
Viajera recurrente
Ciudadana del Universo

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Susannah Lorenzo

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Pausa e invitación

Después de mi último viaje, el año se precipitó por un desvío de caminos inusitado, eso me obligó a revisar mis mapas y a poner en pausa mis apuntes de viaje.

Cuando necesitamos toda la atención en el presente, quedarnos de algún modo disfrutando de un paisaje que ya es parte del pasado, nos quita enfoque y energías.


Por supuesto, que en algún momento retomaré mis notas de bitácora y las compartiré con ustedes.  Mientras tanto, los invito a conocer mi propuesta viajera, para recibir talleres o sesiones de terapias holísticas.





De los árboles y la conexión con la naturaleza

Desde tiempos ancestrales el árbol se ha asociado simbólicamente con el poder, la sabiduría y la fertilidad. Su valor arquetípico es evidente en los mitos, tradiciones y enseñanzas espirituales de todas las culturas. En el ser humano hay algo innato que lo conecta con el árbol a un nivel profundo, atávico. Somos mucho más que un cuerpo. Nuestra naturaleza esencial es el espíritu y es ahí donde hay que sanar.
Camila Rowlands
Arboles, Energías Sanadoras

Llegar a Merlo es maravillarse con la variedad de árboles, las diferentes tonalidades de verde en contraste con el gris de la sierra.  No sólo están en las plazas, jardines y en zonas urbanas parquizadas, sino que su madera noble decora tiendas y da vida a mates de algarrobo y objetos de uso diario.

Una de las primeras sorpresas de la Posada donde me hospedé, fue que las habitaciones no están numeradas, sino que llevan el nombre de algún árbol autóctono de San Luis.



Como mi semana de descanso incluía un 'detox' de redes sociales e internet, fue recién a mi regreso en San Juan, que investigué sobre el Chañar.


¿Qué tenía el Chañar para decirme?  ¿Qué mensajes guardaban los árboles del parque en la Posada?


Follaje de Chañar

El Chañar tiene la humilde apariencia de un arbusto y sin embargo, sus propiedades se multiplican, ayudando incluso a sanar nuestra capacidad respiratoria.  Nos recuerda que las apariencias poco dicen de nosotros.  Es un árbol generoso que se adapta al entorno agreste para darnos lo mejor de sí.

Uno de mis árboles favoritos del parque en la Posada


Mientras estuve en la posada, no alcancé a aprenderme los nombres de cada árbol, ni a reconocer sus variedades.  El universo tenía otros planes de aprendizaje; sin embargo, me gustaba cada día, dar un paseo, rodearlos, apoyar mi mano sobre sus cortezas, sentir sus latidos, escuchar sus susurros y descubrir su magia.

Un Chañar, a un leñador, antes de morir:

“No te pido que la vida me perdones
Porque te doy sombra fresca
Del verano en los ardientes calores;
Ni porque evito, con mis raíces y follaje,
Que la lluvia y el viento el suelo erosionen,
Limpiando el agua que expedita
A saciar tu sed a los valles corre;
Ni porque soy leña en el hogar encendido,
Horcón en el rancho, en el corral poste,
Aun cabo de tu misma hacha
Y pasto para que el ganado engorde;
Tampoco porque remedio
El asma de los pulmones;
Mucho menos porque mi fruto te rinde
La borracha aloja y el dulce arrope;
Ni porque te doy perfumes sutiles
Y rica miel con mis flores;
Siquiera porque fabrico el aire que respiras;
Sino porque, yo también, tengo derecho a la vida.”

Nace un Chañar

Para leer más sobre el Chañar



Próxima entrada: Una posada, siete días y un mar de emociones




Descubriendo Merlo

Desde hace unos años, dejo que el Universo y las señales del Cielo decidan mi agenda y dibujen mis mapas.

Mi brújula indicaba San Luis como destino de descanso y luego de visitar varios lugares a través de internet, me decidí por Villa Merlo.

Caminando por Merlo

En realidad, cuando descubrí la Posada del Valle, dejé de buscar y sentí que había encontrado el lugar perfecto para disfrutar del silencio.  Conocer a Rodolfo, Inés (los dueños)  y Clarita (la gata encargada del front desk y atención especial a los huéspedes), fue como llegar a casa de viejos amigos.  Tengo tanto para compartir de mi estadía en la Posada, que merece una publicación aparte.

Clarita, la guardiana de la Posada

Encontré en Merlo lo que buscaba: tranquilidad, naturaleza y un clima de verano más aliviado que en San Juan.  Hay verde por donde quiera se mire y salir a caminar es siempre una buena opción.  Las sierras parecen estar al alcance de la mano, el cielo y el clima pueden cambiar varias veces en un día.

Como todos los pueblos turísticos de Argentina, los precios son bastante caros, a la hora de comprar comida, comer afuera o contratar una excursión.  Se parece bastante a la dinámica y nivel de precios de Malargüe (en Mendoza), sólo que está mucho más desarrollado a nivel turístico y la hotelería y nivel de hospedaje es mucho más variada y de mejor calidad.

Es un lugar ideal para quien viaja en auto, no hay muchas opciones para moverse si uno llegó en colectivo, el servicio de taxis es caro y las calles van siempre sierra arriba o sierra abajo.

Como en la mayoría de los lugares de Argentina que conozco, viajar sola parece ser algo de otro planeta, toda la infraestructura, promociones y actividades están programados en base a dos personas como mínimo.  Viajar solo termina siendo más caro que viajar acompañado.

Hay artesanos y artesanías por doquier, dulces caseros, hierbas para infusión o el mate, salamines y queso de campo y cervecerías en cada cuadra.

Brujas Restó

Los invito a acompañarme en las próximas publicaciones para conocer más de la Posada y de mi experiencia en Villa Merlo.


  • Un lugar para hospedarse cada vez que visites Villa Merlo: La Posada del Valle
  • Página de Turismo de Merlo
  • Un lugar para comer rico y abundante con precios accesibles: Brujas (Sobre la Avenida del Sol antes de llegar a la Avda. del Deporte)
  • Sandwhiches imperdibles: el local de Balcarce que tienen los chicos sobre la Avenida del Sol, donde topa la calle Lugones; tienen incluso la opción vegetariana.
  • Un lugar para comprar artesanías (del lugar): La Rueca
  • Un lugar para cuidarte mientras estás en Merlo: Belleza Vital
  • Un lugar para comprar recuerdos, regalos y la línea de cosmetíca natural de Rincón del Alma (Carpintería, San Luis): Indigo - Tienda de Recuerdos
  • Un emprendimiento familiar donde pedir empanadas (delivery), variedades poco convencionales, varias opciones vegetarianas e incluso de chocolate: La Gorgona (2664684843)

Próxima entrada: De los árboles y la conexión con la naturaleza





Palabras que viajan, palabras que escriben puentes

Mi musa necesita viajar


Si bien es cierto que los escritores podemos viajar sólo con el papel y un lápiz (o un teclado en su defecto), los viajes nos ayudan a renovar experiencias, a conocer nuevos lugares y personas.


La propuesta es escribir desde un lugar totalmente inspirado y creativo, contar a otros viajeros sobre la vista, las vivencias, los sabores y todo aquello que provoque los sentidos.




Si tenés un emprendimiento turístico o conocés a alguien te invitó a conocer una propuesta diferente.


Podés conocer más sobre mi trabajo literario visitando mi página en Facebook, podés recorrer mi página web o podés visitar los diferentes blogs, aquí en blogger. 



Podemos armar juntos una propuesta de diseño de contenidos y redacción de textos que se adapte a tus necesidades y a tu emprendimiento turístico.  Pueden ser textos para tu página web, para las redes sociales e incluso comparto la información en mis blogs y páginas.



Si el lugar tiene mucha magia, seguramente terminaré escribiendo algún cuento para que sus personales se queden disfrutando por mi.



Si tenés preguntas o querés conocer más sobre las condiciones de trabajo y disponibilidad, podés enviarme un email.



Te espero



Susannah



Malargüe

Creo que el lugar interno desde donde realizamos un viaje determina la mirada que posaremos en cada paisaje y las experiencias que viviremos en ese lugar.

Viajé por primera vez a Malargüe en enero de 2002.  Estaba viviendo en San Rafael, Mendoza, había dejado que mis hijos adolescentes se fueran con su papá a vivir a San Juan y la pena era tan grande que nada parecía bueno en mi vida.

Preparé una mochila, un par musculosas, zapatillas, una carpeta con CVs para entregar en el observatorio Pierre Auger y el dinero justo para comer frugalmente.  Me alojé en el 'hotel' más barato del pueblo que olía a cerveza y habitaciones viejas.

Apenas el colectivo pasó por la zona del Chacay, los árboles me saludaron grandiosos y con una presencia imponente.  Los árboles, eso lo fue que siempre marcaría mis días, mis viajes y mis momentos, muchos árboles, frondosos, en diferentes tonos de verde y cortinas forestales por doquier.

Llegúe hasta donde podía caminando y me detuve en el árbol de meditación en el Parque del Ayer, un árbol tan anciano y tan enorme que cuando una mira hacia arriba parece que sus límites se pierden en el cielo.

Luego me llamaron varias a veces a traducir y con los meses me invitaron a dar clases para adultos en formato taller una vez a la semana.  Viajaba cada miércoles y ese era el día que siempre esperaba, encontrarme con el paisaje y con los árboles me daba paz.  Un buen día decidí que ese era un buen lugar para morir.


En el año 2003 me mudé, llegué con lo justo para sobrevivir un mes en un apart hotel, poniéndome como meta generar suficiente trabajo para poder alquilar, y así fue.

Viví en Malargüe 13 años con un intervalo de algunos meses que estuve en Cutral-Có, Neuquén.  Gracias a mi trabajo como traductora e intérprete y a mi labor como locutora en radios de Malargüe, viajé mucho por diferentes lugares y distritos de ese departamento al sur de Mendoza.

Me quedan aún varios lugares por conocer, pero como en muchos lugares cerca de la cordillera, las excursiones son caras para los habitantes locales y una excursión puede salir más cara que un pasaje a otra provincia lejana.

Lo bueno del pueblo (ciudad como ellos dicen), es que se pueden ver las montañas desde casi cualquier lugar, se puede ir caminando o en bicicleta a cualquier sitio.  Una de mis excursiones favoritas, era llegar en bicicleta hasta el puente del Río Malargüe, hacía el sur del aeropuerto, y disfrutar allí del aire y el sonido del agua entre las rocas.

Cualquier lugar está relativamente cerca y hay paisajes para disfrutar hacia donde se mire.


En agosto de 2015 decidí cerrar un ciclo y la brújula indicó el norte hacia mi provincia natal: San Juan, después de haber vivido más de 20 años en la provincia de Mendoza (en Godoy Cruz, San Rafael y Malargüe).

En marzo de este año (2018) me tocó viajar nuevamente a Malargüe para relizar un trámite, reservé un departamento pequeño en un complejo de cabañas que está justo frente a la terminal.  La ubicación de las cabañas es muy cómoda porque está cerca del centro, del reloj (punto de referencia para todos), cerca del supermercado y con una rotisería justo a la vuelta de la esquina.  A pesar de estar en el centro, dentro del complejo es un mundo aparte: un parque que invita a sentarse y disfrutar de la quietud.

Allí disfruté de horas de lectura en el otoño mendocino leyendo sobre Mandalas y Tarot.



Es tiempo de comenzar a cuidar el lugar desde donde inicio los viajes en mi corazón.  Es momento de disfrutar.

Susannah
En cada sitio dejo alguna hoja al descuido,
de cada sitio me traigo algún color
para mis poemas.